jueves, 4 de junio de 2009

1989: Beijing Berlin

1989 se movió. Muchas cosas ascendieron y otras descendieron. Arriba y abajo. Asia y Europa.

Hace veinte años, el 4/6 en Beijing unos estudiantes y pensadores se levantaron en gritos. Elevaron su rabia hacia la mayor dictadura de la tierra.

En octubre de 2009, hará veinte años que algunos también dispararon su libertad contra un muro que se había levantado décadas antes, en Berlin.

Ambos movimientos ascendetes eran parte de un terremoto social en todos los países comunistas. Desde Tirana hasta Pyonyang, pasando por Moscú y Beijing. Los países soviéticos y comunistas se movían y la escarcha de metal comenzaba a resquebrajarse. Asia se subió al tren, Europa lo dejó pasar.

Lo que pasó en las dos capitales en 1989 no fue más que la prolongación del movimiento que mucho antes había comenzado. El precipicio europeo del siglo XX: Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, Guerra Fría y la matanza en la Plaza de París, en Berlin, el 9 de Octubre de 1989, de aquellos que exigieron tirar abajo el muro de Berlin y que murieron (en la imagen a la izquierda), cientos, quizás miles (aún hoy no se sabe cuántos, la Alemania del Este sigue guardando bajo secreto esas cifras y presionando para que eso se olvide).

Meses antes un 4 de Junio, en China, el pueblo, liderado por estudiantes e intelectuales, se revolucionó en libertad y consiguió la democratización. El llamado Milagro Chino no hacía más que aletear. El despegue de su democracia parlamentaria, el avance de su economía, el apoyo a movimiento democráticos en países vecinos, las reunificaciones de Corea y Taiwan. Hoy Asia reluce y se convertirá en el símbolo de la libertad, la democracia y la paz sobre la que orbitará el mundo del siglo XXI, ideológica y económicamente. El chino es el idioma del futuro, China es la siguiente gran potencia mundial y las Olimpiadas del verano pasado fueron la estrella que relumbró sobre estas dos últimas décadas de oro. Y ninguno de estos tres hechos tendría sentido si China no fuese democrática.

Mientras tanto los europeos tenemos que vivir en este pozo seco que nos hemos cavado. Por eso nadie debería votar a las elecciones europeas.

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