domingo, 15 de enero de 2012

Comunidad de Asambleas y sus problemas

En un lugar del Continente, cuyo nombre no quiere recordarme, se creo un buen día un sistema Asambleario. Cada barrio de la ciudad se constituyó como Asamblea autogobernable y autónoma. Bueno, algunos decían autónomas, otros independientes.

Qué más da.

Y la cosa fue funcionando. Hacían sus actividades culturales. Y sus mercados de trueque. Tal Asamblea hacía un concierto en su barrio. Tal Asamblea está pensando en hacer una manifestación en su barrio.

Incluso se ponían en contacto las unas con las otras, para que tal persona de tal Asamblea fuese a echarles un mano con algo puntual.

A veces pasaba que había resquemores territoriales. Oye, que esta farola donde has puesto un cartel reivindicativo es de mi barrio. ¡Sí hombre! Esa farola es de mi barrio que mi madre la plantó. ¡Pero qué dices!, que no, que esto es mío. Bla.

Con el tiempo se vio necesario que esas pequeñas Asambleas de barrios se coordinasen mejor; porque, seamos sinceros, aquello era el chocho de la Bernarda. Un chocho muy asambleario, todo sea dicho: se duplicaban cantidad de actividades, dos barrios o más hacían el mismo trabajo en paralelo y no se estaban abordando problemas comunes a toda la ciudad.

Pero ¿cómo se organizan una serie de cosas independientes (o autónomas)? Pensaron en dos sistemas paralelos: uno en el que cada Asamblea lleve un portavoz (cosa a la que llamaremos Consejo Popular: CP); el segundo, en el que todas las personas podían acudir (Parlamento General: PG).

Con lo que se creó un doble sistema político: uno a nivel de barrio (que cada uno era independiente, que nadie lo olvide por Dios!) y el otro a nivel de ciudad (con dos órganos: el CP (el de portavoces) y el PG (to'lmundo).

Y usted dirá que cómo se iba a coordinar lo del Parlamento General, toda una ciudad de millones de habitantes hablando al mismo tiempo. Pues tiene toda la razón del mundo. De hecho hubo mucho gente que en seguida lo vio de una manera alejada y que aquello, puf, que pereza ir.


Así que dijeron: lo mejor es incentivar el sistema de CP: nosotros decidimos cosas en la Asamblea de barrio y mandamos a un portavoz para que lo coordine. Y las cosas empezaron a rular. Se hacían conciertos más grandes, se trataba con otras ciudades, se mejoraba el medio ambiente, ya no se duplicaba nada... Estupen.

Dentro de la ciudad había dos barrios bastantes más grandes que los demás: Puerta de la Finicia (Fini para su habitantes) y Santa Alcántara (Alcan, no Alcán, Alcan). El portavoz de Fini propone un texto contra... Alcan lo apoya. Y las manitas del resto de barrios se meneaban (foto). Alcan se opone a tal propuesta de... Fini también se opone. Y aparecían otros muchos brazos cruzados, como en un cementerio. Desde luego Alcan y Fini tenían muchas buenas ideas. Y tenían a más gente. Y tenían a gente muy bien preparada.

Poco a poco Alcan y Fini consiguieron el puesto de ser las únicas con capacidad de proponer, de oponerse y de liderar. Que, oye, tampoco te creas que es fácil para ellas, que es un huevo de trabajo y que los demás casi no están haciendo nada, ¿eh? Bueno, pues vale... Para los portavoces del resto de Asambleas era cómodo ir cada vez a la CP, recoger las ideas de Alcan y Fini, llevarlas a su barrio, todos de acuerdo y San Seacabó.

Ah, se me olvidaba: no estoy hablando del 15M, estoy hablando de la Unión Europea.

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