martes, 27 de octubre de 2009

Ayer me robaron

Me llevé la bici y me robaron.
Fui a la Biblioteca Nacional. Sin mencionar las obras contra las que lucha Madrid, diré que en la Biblioteca Nacional tienen un parking para bicis pero sólo para empleados. Si eres investigador o estudiante no puedes aparcar la bici allí. Aunque el parking esté medio vacío. Sin mencionar las obras que asedian la Nacional, diré que acabé dejando la bici atada a la puerta de la Biblioteca Nacional. De esta manera rompía la estética de su bonita entrada y por otro lado las posibilidades de que me robasen eran mucho mayores. Enhorabuena a la Biblioteca Nacional por su política de bicis: vosotros conseguís un edificio más feo; nosotros menos seguridad.

Me robaron. La bici no, evidentemente. Es difícil robar una bicicleta que tiene tres candados. Tampoco el gancho para llevar bultos. Últimamente los estaba quitando al dejar la bici en la calle. Pero me daba vergüenza, es una exageración, soy un paranoico: ¿quién querría unas gomas con dos ganchos? Tampoco el timbre, que normalmente hago la broma de que es lo único que me pueden robar, a pesar de estar cerrado con tuerca y tornillo.

Pues no, el timbre tampoco me lo robaron, mejor todavía, ayer me birlaron la goma elástica que sujeta la luz delantera que llevo de noche. Una goma elástica negra atada al manillar que no se ve a no ser que estés muy cerca. Una goma elástica que no vale nada ni para nada: es demasiado grande para el pelo, demasiado débil para cualquier otra cosa.

La única razón que encuentro para tal hurto es que un niño minusválido con ojos azules hijo de madre soltera sufrió un ataque al corazón en frente de la puerta de la Nacional y un médico que pasó por allí dijo "este niño necesita una goma negra, rápido, tráiganme una" y entonces la madre me la cogió. Es el único contexto en el que me imagino que aquello tendría sentido. Porque sino tendría que pensar que fue robar por deporte. Y recordaremos eso de "en España se inventó la picaresca". Y al pobre Lázaro (que era un niño maltratado que se moría de hambre) lo ponemos como cordero propiciatorio para defender a cualquier gilipollas: desde el imbécil que ayer me robó la goma porque sí, hasta psicópatas como mi querido Pascual Duarte. En la misma línea va este post muy interesante: España es una sociedad podrida por la picaresca.

Al menos ahora no me sentiré paranoico al quitar los ganchos de los bultos al dejar la bicicleta en la calle.

Saludos al niño paralítico al que ayer salvé la vida.

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2 comentarios:

Diana dijo...

Cuando he leído las palabras robar y bici casi me da algo. En 5 segundos me he imaginado lo mal que estarías por el robo de tu bici...Estaba ya cogiendo un vuelo a Madrid para intentar que superases su pérdida, jeje.

José Calvo Tello dijo...

Hehe, me alegro que haya funcionado el efecto. Si me la hubiesen robado de verdad no hubiese podido escribir un blog. Hubiese escrito una nota de defunción.

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