lunes, 14 de febrero de 2011

Inés Fernández-Ordóñez entra en la Real Academia

Ayer leyó su discurso de entrada a la Real Academia Española Inés Fernández-Ordóñez, dialectóloga, filóloga y catedrática de la UAM. Tomó posesión del sillón P que dejó vacante Ángel González hace tres años.


Su discurso, titulado La lengua de Castilla y la formación del español, fue valiente y crítico con muchas ideas predominantes en la historia del español, muchas de las cuales habían sido formuladas por Ramón Menéndez Pidal. Para ello se basó en los datos que la edición digital del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI para los amigos) está aportando. De la Academia se suele decir que es una institución anclada en el pasado. Inés entró en ella poniendo en su lugar el pasado y abriendo nuevas vías de investigación con datos inéditos.

La idea hegemónica sobre el origen del español es que la lengua culta (que se extendió como estándar en el espacio y en el tiempo hasta hoy en día) prefirió las variantes del castellano originario (el que comienza a expandirse desde Cantabria). Las soluciones del castellano irían ganando terreno hacia el sur, arrinconando y destruyendo las variantes astur-leonesas y navarro-aragonesas. Esta evolución histórica es lo que se ha llamado "la cuña castellana" (en la primera imagen, el la mancha amarilla en forma de triángulo) y sería la huella lingüística del papel preponderante de Castilla en la conquista de los territorios de Al-Ándalus.
Sin embargo Inés defendió que este patrón sólo explica algunos casos y que hay otros muchos que presentan mapas totalmente diferentes. Por un lado que hay que distinguir dos dialectos dentro del castellano: el occidental (desde Cantabria hasta la zona occidental de Andalucía) y el oriental (desde la Rioja hasta Almería). En algunas ocasiones las variantes occidentales concordarían con las leonesas y gallego-portuguesas mientras que la soluciones castellano orientales coincidirían muchas veces con las navarro-aragonesas y catalanas. En el siguiente mapa se observa como el leonés y el castellano occidental optan por nogal, mientras que el oriental, aragonés y catalán preferirían la forma noguera/noguer.

Además de la distinción dialectal del castellano, hay que observar que a veces la solución que pasa a la lengua culta no es la occidental. El siguiente mapa muestra la distribución de dos variantes para 'cubo de la rueda': maza (castellana occidental) y cubo (navarro-aragonesa, castellano oriental y en parte catalana). Como se observa la que pasó al estándar no fue la castellana occidental, sino la que comparten los dialectos hablados más al este:

No sólo fueron los dialectos del norte los que aportaron variantes que triunfaron en la mayoría del territorio español. También variantes que comienzan en el sur fueron las triunfantes, como en la dicotomía zorra: raposa/rabosa.

Además de estos ejemplos léxicos, hay otros elementos gramaticales importantes que no parten de la zona originariamente castellana, como es la distinción entre qué y quién (de origen gallego-portugués), alguno y alguien (de origen astur-gallego), los pronombres sintéticos vosotros y nosotros, la pérdida de construcciones del tipo la mi casa o esas cosas se las he dichas o la posición proclítica (me lo dijo) en detrimento de la enclítica (díjomelo) (todos estos rasgos motivados por los dialectos de la zona oriental de la península).

Es por todo esto que concluye que se debe abandonar la postura ideológica castellanista, que estaba marcada por la situación histórica y política de comienzos del siglo XX y las ideas pertenecientes a la Generación del 98, que Menéndez Pidal compartía. Plantea una situación mucho más compleja del español, con diferentes dialectos que confluyen y forman una lengua. Por lo que se llega a la conclusión de que se debe hablar de español y no de castellano. En sus palabras:
Desde un punto de vista político, bien podemos llamar castellano a todas las variedades incluidas bajo esa jurisdicción [castellana]. Desde el punto de vista lingüístico, ciertamente no, pues variedades muy similares a algunas de las utilizadas en Castilla se hablaban entonces en territorios jurisdiccionalmente leoneses, navarros o aragoneses. [...] Muchas de las innovaciones lingüísticas que transforman el español antiguo en el moderno no vieron la luz en Castilla. [...] La extensión hacia el sur produjo la mezcla de repobladores de esos variados orígenes y favoreció la adopción en el centro y sur de soluciones lingüísticas tan variadas como su población.

El discurso es encomiable por varias razones. La primera por ser rupturista con muchas teorías clásicas de la escuela de Pidal, basándose en datos que la misma escuela de Pidal (como lo fue el ALPI) recogió hace 80 años. La segunda por estar tan bien demostrada, al mismo que el discurso no resultó demasiado lingüístico (importante si se tiene en cuenta que buena parte de los académicos y del público no lo eran), aderezándolo con historia, historiografía y literatura. Y la tercera, por saber usar todo esto para abordar de manera científica uno de los tabúes de la filología y de las discusiones lingüísticas españolas: español vs. castellano.

Mi más sincera enhorabuena y agradecimiento por tratar con tanto respeto y cariño a la gente que trabaja con ella.

2 comentarios:

ALPINISTA dijo...

Inés, Inés, Inesita, Inés 𝅘𝅥

A ver qué puede aportar desde esa nueva posición, espero que su ingreso favorezca notablemente el empuje de los estudios filológicos.

Aritz Lizarraga Olascoaga dijo...

En Navarra y Aragón se hablaba navarroaragonés. Por la reconquista llegó hasta la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia. Hoy en día se denomina normalmente como aragonés y se mantiene en el norte de Huesca y en la Murcia rural. En Murcia se denomina como panocho. Navarros y aragoneses, hermanos.

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