El PSOE como movimiento literario
Estos tres versos aletean nerviosos en mi cráneo desde hace algunos días. La poesía, la literatura, el arte en general ensancha los horizontes de nuestra triste realidad y consiguen crear nuevos mundos, algunos sutiles, otros tortuosos, pero casi siempre originales. «Reconozco que no me gusta la realidad, que nunca me ha gustado» decía Martín Gaite. Y a quién sí que le gusta la realidad de este atasco que no acaba nunca, de todavía me quedan 5 horas para salir de la oficina, de a ver si aparece el salario en mi cuenta bancaria de una vez.«Yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón»
La realidad es que a veces la realidad es asquerosa. Pero ahí está la literatura para abrazarnos, aliviarnos. No caigamos en la ingenuidad de pensar que solo nuestra realidad de curritos sin vela en ningún entierro (ni en el nuestro) apesta. ¡La realidad de las castas también es desagradable! ¿Ustedes se piensan que a Aznar no le gustaría ser vizconde? ¿O que Felipe no hubiese preferido ni enterarse por la prensa?
La verdadera diferencia entre ellos y nosotros es que parte de esas élites han sabido reaccionar de manera lírica. Estos días tenemos un ejemplo óptimo de que a ellos la realidad no les gusta: el apoyo del PSOE a la corona. Cuando vemos al secretario general del partido republicano más grande de España negar la necesidad de un referendum sobre la monarquía, diríamos aquello de «es evidente que aquí la lógica se ha saltado la tapa de los sesos».
¡Craso error! No es lógica lo que el PSOE nos ofrece: ¡Es lirismo! Son mundos sutiles, inexistentes, pero no por ello menos consoladores. La mayor prueba de que esto es así es que el PSOE es federal, laico y republicano en la literatura, causas por las que ha hecho la nada más absoluta.
Los cortos de vista señalarán que el partido está dirigido por corruptólogos que han refinado una traición sistémica de una legislatura de duración. ¿Ustedes creen que hoy en día seríamos mucho más felices si España fuese una república federal donde la Iglesia no estuviese enchufada a la Hacienda? Puede ser que fuésemos más felices, incluso puede ser que se hubiese aprendido algo de la crisis y cosas se hubiesen enmendado, quién sabe. Pero ¡mejor es la ilusión que abrir el regalo! Imagínense que vencemos a los monárquicos, centralistas y obispos, y luego decimos ¡contra los Borbones, contra Madrid, contra los Obispos se vivía mejor! ¿O nos vamos a creer que el monte de las repúblicas federales laicas es todo orégano? El antídoto contra la desagradable realidad real no es otras realidades menos espantosas; el antídoto es leer el programa electoral socialista con la sensibilidad poética con la que leemos cuentos de Darío o los sonetos de Garcilaso. Legislatura tras legislatura nos vuelve a prometer cosas que saben que no harán y que nosotros esperamos que no hagan, no vayamos a agotar las existencias de nuestras pompas de jabón, marca España.
Exigirles a los socialistas vulgaridades como coherencia con el programa electoral o compromiso con su ideario es como decirle a Machado «oye macho, cógeme esas pompas y friégame el balcón». Delata un nula inspiración poética y política. Si quieres coherencia o ideario de izquierda, vete a buscarlo a otro sitio. El PSOE te ofrece algo diferente: mundos sutiles donde las hadas pueblan antiguos palacios episcopales, donde existen los Estados Federales Satíricos y donde los Borbones se exilian a la Atlántida.
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